Hace un año conocí a alguien especial. Busqué el significado de -conocer- en el diccionario, y decía algo como “empezar a tener trato con alguien” y así fue, en la definición no aclaraba nada de una presencia física. Y es que es así, físicamente no lo tenía, mi imagen de él era la de un corazón sencillo lleno de cosas para dar y entregar a quien le abriera su propio corazón y lo dejara entrar. Y yo lo hice, lo dejé entrar, mi corazón en ese entonces era muy distinto al de hoy, tal vez más complicado, tal vez más pretencioso, tal vez más distraído, pero así y todo, le hizo lugar a esta persona. Y es hoy en día, que mi corazón, ya es totalmente suyo, con el tiempo se fue ganando más y más lugar, sanando heridas y corrigiendo las pequeñas grietas, pero hoy después de un año, te aseguro que él es mi propio corazón.
No me compró con riquezas, no me compró con regalos, no me compró con promesas falsas o mentiras; me compró con su simple forma de ser. Con sus palabras en el momento justo, con sus consejos, con sus penas, sus alegrías, con su oído, corazón y vida, con su pasión y sus silencios. No me prometió lujos, no me ofreció un casamiento de los que se ven en las películas, no me cantó una canción en serenata ni me dio una caja de chocolates, él me dio tranquilidad, confianza, compromiso, afinidad, sinceridad, responsabilidad, amor, ternura, y paz.
Estos últimos meses me he sorprendido de escuchar tantas veces una frase, “Estás loca”. Nuevamente, busqué el significado de –locura-, y encontré “imprudencia, insensatez”, pero seguí buscando y encontré algo que me llamó la atención y decía: “Locura = entusiasmo, interés, sentimiento exagerado o muy intenso”. Creo que todos tenemos un grado de locura, pero de todos modos me sorprendió que a cada persona a la que le contaba el motivo de mi felicidad de todos los días, me dijeran “Estás loca”. Si estar loca es estar feliz, estoy locamente feliz quiero confesar. Si estar loca es cuidar a alguien como si fuera tu propia vida, respetarla, procurando que esté bien en cualquier momento, yo confieso, que estoy demasiado loca.
Volviendo al tema principal, cuando esta persona especial me empezó a conocer a mi (sí, yo también me dejé conocer), digamos que mi vida era distinta. Tampoco contaré la historia del clásico príncipe que rescata a la princesa de la torre con los dragones, pero algo así. La vida que llevaba no era mala, no me iba mal, pero cuando esta persona llegó, mi vida totalmente cambió. El caballero bajó de su caballo y matando a esos dragones logró llegar a la princesa y rescatarla. Sin hablar de cuentos de hadas, en otras palabras mi objetivo era decir, que si esta persona llegó a mi vida fue por algo. Esos dragones, simbolizan los errores y actitudes de la dama, esos que él con valentía y paciencia los aceptó, inconscientemente los cambió y al final, los hizo desaparecer para quedarse con aquella mujer en lo más puro de su corazón. Descubrió a la mujer en su esencia, en su simple hecho de ser mujer, con su sensibilidad, sencillez y locura, pero con un corazón predispuesto para amar, con un sentimiento sin estrenar, ese que era totalmente nuevo para ella y el cual ella temía sentir. Temía sentir por las típicas anécdotas que escuchamos todos los días, que me engañó, que me mintió, que me hizo sufrir, que me dejó, que no me ama como yo lo amo y otras de la misma índole. Pero es el día de hoy, que agradezco a ese caballo, a ese caballero, a ese corazón por haberme cambiado y rescatado, por asegurarme que no hay nada que temer y que por más que ahora no estemos cerca físicamente, estamos unidos por algo más fuerte.
No soy la mejor escritora del universo ni pretendo hacer un texto elaborado, simplemente quería volcar en palabras lo que pienso y siento día a día, o mejor dicho, lo que esa persona me hace sentir día a día.
Continuando con el relato principal, a medida que los meses pasaban, ocurrían cosas lindas, hermosas, miles de sentimientos nuevos, pero por otro lado hay algo grave que estaba pasando. ¿Qué es lo grave que pasaba? Yo lo empezaba a necesitar cada día más, lo quería conmigo y estaba decidida a pasar el resto de mi vida con él, era llegar a mi casa y no desear nada más que hablar con esa persona, esa persona que te arranca las sonrisas del corazón con simplemente nombrarte, era irse a dormir y pensar en estar juntos caminando, riéndose; y ya que estamos de confesiones, confieso que eso grave me pasa todos los días.
Pero el tiempo es el maestro de la paciencia, y si hay algo que me enseñó, es que esperar vale la pena. Que lo rápido y falso no sirve, sino que algo que se construye día a día, con sus segundos, minutos, horas, dedicación y amor, es mucho más fuerte que la desesperación de tener a tu lado a la persona que es tu propia felicidad. Y así te espero, si, espero tenerte pronto a mi lado y no soltarte nunca, poder decirte al oído las palabras que me salgan desde el corazón, espero abrazarte cuando la vida te tenga a apretujones, poder agarrarte cuando tengas miedo de caer, poder reír con vos cuando tu corazón grite de alegría y poder limpiarte las lágrimas con besos.
Si después de todo lo que pasamos, estamos juntos, es porque nos amamos. Porque encontré alguien con quien quiero pasar mi vida, compartir mi futuro, mejor dicho, crear mi futuro con esa persona, me imagino tantas cosas junto a el! Y ya quiero tenerlo cerca, darle todos los besos que quiero darle y demostrarle lo especial e importante que es en mi vida. Y para cerrar con la historia, nada más quiero decir que hace un año que mi corazón late por una sola persona, y espera hacerlo hasta la eternidad.
Y por último te digo a VOS: SI, ACEPTO, hoy y siempre.